14/12/09

"Las ciudades invisibles" de I. Calvino

Hola,

Gracias a todos por la asistencia a la sesión del último viernes 11 de dic. 2009
Las Ciudades Invisibles.

Si teneis tiempo y ganas podeis intentar responder al reto que planteé: escribir un fragmento describiendo Valencia como la ciudad invisible que existe sólo para cada uno de nosotros, pero que también es Valencia.

Y, si a alguien se le da mejor la pintura o el dibujo, y prefiere expresarlo de esta manera, puede acercar su creación a esta btca. o llevarla a La Torre en la próxima reunión del Club.
Besitos de Rocío

6 comentarios:

  1. Hola!
    quiero dar las gracias a todos los que asistieron a la última reunión del Club, y abrir el turno de comentarios en la red, sobre todo para aquellos que no pudieron venir personalmente a comentarlo, y también para aquellos que empezaron a ver algo más que en una primera lectura. Animo, chicos y chicas, a opinar! rocío

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  2. Es un reto interesante el que nos plantea Rocío: escribir un fragmento describiendo Valencia como nuestra "ciudad invisible", pero a la vez, como Valencia misma.
    No me resulta fácil, no. Pero desde el momento de escuchar la prpopuesta, tengo en mente la Ciudad de Laudomia y el parecido de Valencia con ella.
    Resulta que Laudomia, tiene la cualidad especial de ser, más que una doble ciudad, es una triple ciudad.
    Para los habitantes de Laudomia son muy importantes sus antepasados que "residen" en el cementerio, pero también los que residirán en un futuro, los nonacidos.
    Y en eso se parece a Valencia.
    Para algunos habitantes de Valencia, los restos de sus antepasados claman por un lugar en el cementerio, mientras otros legislan el derecho a la vivienda protegida para los embriones, es decir, los no nacidos.
    Y eso que Italo Calvino, sólo habla de ciudades imaginarias...

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  3. Italo Calvino nos da alguna idea más para nuestros intentos literarios (de sus Páginas Autobiográficas): En ellos se puede expresar algo que va más allá de la descripción de los lugares vistos, una relación entre uno mismo y la realidad, un proceso de conocimiento.
    También vale poesía!
    Ahi va mi intento:

    Cuando llegas a Lucis debes entornar los ojos para acostumbrarte a la intensidad de la luz. No importa si llegas de día o de noche, porque sus habitantes han organizado la ciudad para que la luz que ilumina sus calles en la noche sea de mayor intensidad que la luz del sol durante el día.
    Durante el día la luz brillante del cielo infunde alegría y optimismo y los hombres y las mujeres de la ciudad van buscando los lugares sombreados y escondidos del sol, porque añoran la noche y la oscuridad. Pero, cuando llega la noche, las luces de las calles no dejan ni una esquina en sombra. Así, los habitantes de Lucis no dejan de añorar ese reino de las tinieblas que perdieron, y ninguno recuerda muy bien el por qué. Algunos dicen que es la ciudad que nunca duerme. La mayoría de los que viven en Lucis ya no recuerdan como era antes de que la luz definiera su ciudad, pero algunos han visto que, algunos días, muy pocos, y siempre durante las horas diurnas, también puede no ser tan luminosa. Cuando sucede eso, se sienten abrumados y tristes, y desean abandonar Lucis y escapar, pero no conocen ninguna otra ciudad de iluminación perpetua.
    rocío

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  4. Asunto: A la memoria de Ítalo C.



    Mi ciudad se llama Ar-He- Na.
    A veces está y otras veces no. No es. Es como lo de “ser y no ser”. Como he dicho antes, a veces, no es.
    Cuando anochece, el lugar que ocupa la ciudad se convierte en un inmenso hormiguero humano. Todos trajinamos con la premura y la precisión de la tarea aprendida y realizada miles de veces y, como una simple cosa más, se levanta la ciudad casi sin hacer ruido. Sabido es que para transitar el sueño nada es mejor que tener la espalda cubierta y la puerta cerrada. Animales somos.
    Cuando amanece se invierte el proceso, se desmonta lo anoche montado y la ciudad deja de ser. Simplemente, ya no es.
    Entonces laboramos el inmenso desierto de arena en el que vivimos.
    Leo lo que he escrito y veo que el “laboramos” es una falacia para encubrir el robo.
    Reescribo:
    Entonces le robamos, al inmenso desierto de arena en que vivimos, lo único que tiene. Le robamos la arena. Y lo hacemos con precisión y método. Al fin y al cabo, llevamos varias generaciones haciéndolo. Mi abuelo lo hacía, mi padre lo hacía, yo lo hago y, espero que mi hijo, también, lo hará.
    Llenamos sacos, millones de sacos que alguien lleva a la costa y allí los desparrama día tras día. Nuestro desierto de arena debe parar a ése otro desierto líquido y salado que es el mar.
    Pienso que si Dios existe, pienso que si Dios existe y no está distraído, pienso que si Dios existe y no está distraído y nos ve faenando en esta vil tarea, quizás, sólo quizás, se apiade de nosotros y termine de alguna forma con todo esto. Con este eterno nunca acabar.
    De forma extraña, nunca se hace en el lugar en que vivimos un inmenso pozo o un gran socavón. Por las mañanas, vemos siempre un llano desierto de innumerable arena. Puede, no lo sé, que la arena sea lo más parecido a la Nada.
    Este fenómeno, que en algún momento preocupó a los científicos, ahora lo aceptamos como algo natural, como el amanecer o la noche. Está ahí y no le damos más vueltas, no tiene sentido hacerlo.
    El único día que la ciudad es ciudad durante el día es el domingo. Nuestros antepasados, los que cuentan en sus escritos las tareas de Dios en la Creación, dicen que el Señor el domingo descansó y nosotros lo imitamos.
    A mediodía la ciudad es transitada por gente ociosa que ocupa sus calles, sus plazas y sus terrazas. El murmullo de las voces sorprende al viento del desierto que lo escucha con respeto. Sobre la hora de la comida la gente se recoge en sus casas y, ya en la sobremesa, pocos andan por las calles. Éstas van quedando desiertas y como abandonadas. Si al anochecer, alguien, acaso descuidado o impelido por alguna urgencia camina por ellas, siente el horror que produce deambular por un cementerio.
    Lector, te lo dicho antes y te lo repito ahora: mi ciudad se llama Ar-He-Na.
    No lo olvides, que el olvido se filtra entre los dedos como arena que cae.

    Alberto Urcaray

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  5. Hola a tod@s y felicidades por el blog auténtico!

    No pude estar en la reunión, llegué tarde y me di cuenta de que del libro habían pasado al comentario del arte y su percepción. No se si surgió el comentario por considerar a las ciudades invisibles como obra de arte o no.

    Lo que si creo que la ciudad como creación no es una obra de arte en sí, tal vez las contenga o no, pero sobre todo es la creación más humana que nosotros como seres vivos hemos podido construir y es el medio en el que este ser humano desarrolla su vida. Un hábitat creado en el cual nos sentimos seguros y en el que desarrollamos nuestra actividad por excelencia que es la sociabilización.

    El relato, que para mi fue una relectura, me produjo muchas sensaciones. En primer lugar no me decepcionó como pasa a veces cuando uno relee un libro en otras situaciones personales. Al contrario.

    La primera reacción al empezar el recorrdio de Marco Polo por las ciudades que describe fue de profunda alegría y gratitud por la descripción de la ciudad a través de los sentimientos y las emociones. Estamos muy habituados desde hace un tiempo a movernos por la ciudad y a regirnos por las ordenanzas, por lo que está permitido o prohibido hacer, por los planes de actuación urbanística, la recalificación del suelo, etc, etc. Una forma nueva de ver la ciudad que la vacía de contenido sensorial y que en definitiva tenderá a destruir el medio que como seres humanos, que sentimos, hemos creado durante tantos siglos. Es por ello que volver a intentar ver la ciudad desde las perspectivas que nos plantea la novela me ha "refrescado" el espíritu.

    Sin embargo es perceptible que a medida que el relato y los viajes avanzan, una sensación de pesimismo va envolviendo más y más las descripciones. Creo que Calvino también está intentando denunciar de alguna manera todo eso que envenena a las ciudades. Es por ello que habla de las ciudades contínuas, por ejemplo.

    Pero si la ciudad es la creación del hábitat por parte del ser humano, hablar de ellas, creo, es como hablar del ser humano mismo, de la sociedad, de la forma en que vivimos sobre este planeta. Por eso creo que no solo se nos revelan ciudades invisibles, podrían ser sociedades invisibles o naciones invisibles o grupos humanos invisibles. Y lo invisible es lo deseado o lo imaginado.

    Y si hacia el final existe una sensación de que el imperio del Khan se derrumba tal vez es una señal de que lo que decae es tal vez otra cosa.

    La esperanza está servida en la tarea final que le encomienda Polo al Kahn.

    En cuanto a lo que creo que nos toca hacer en las ciudades o en nuestras relaciones humanas es volver a tratar de verlas con los sentidos, con los ojos del corazón y disfrutarlas nuevamente.

    Saludos a todos

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  6. Una noche, estando en la cama, vi una ciudad resplandeciente flotar en medio de las tinieblas que me rodeaban. Era extrañamente silenciosa, llena de luz y misterio. Quienes la visitaban tenían un sello místico impreso en el rostro. Los adultos que volvían a sus casas a medianoche conservaban en su habla o en sus gestos algo semejante a una contraseña, una especie de signo masónico. También podía observar en sus rostros señales de fatiga, pero era algo tan brillante que no me atrevía a mirarlos directamente a la cara. Pensaba que, si los tocara con la mano, podría descubrir el color de los pigmentos usados en la ciudad para pintarlos. Era como si llevarn esas máscaras navideñas que al ser tocadas dejan marcas de purpurina plateada en la yema de los dedos.
    "Confesiones de una máscara" de Yukio Mishima

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