14/2/15


























Viernes, 30 de Enero de 2015

Empezamos el año con la última lectura del Programa "Libros con música", que nos ocupó todo el año 2014.

La Bailarina del japonés Ogai Mori (1862-1922), seudónimo de Rintaro Mori. Médico militar, traductor, crítico literario y novelista japonés del periodo Meiji (1868-1912). Está considerado uno de los principales autores de dicha etapa, junto a figuras como Natsume Soseki (Kokoro).

Es la primera novela del autor japonés, que escribió en 1890 a su regreso de Alemania.

Toyotaro Ota, un joven japonés que destaca en los estudios, es invitado a pasar un tiempo en Alemania donde podrá estudiar y avanzar en su carrera política. Sin embargo, una vez en Berlín, conocerá a Elise, una hermosa bailarina alemana que lleva una vida durísima y con la que, en una mezcla de amor y compasión, comenzará una relación no demasiado bien vista por sus superiores y compatriotas.

Alegoría sobre el amor y la renuncia, el abandono y la culpa. La bailarina es la historia de una traición. Una traición a la persona amada pero, sobre todo, una traición a uno mismo.
Es una novela corta cuya historia gira en torno al deber y al honor en detrimento del amor y la pasión
Por otro lado, la tradicional dicotomía razón-pasión se expresa de una manera sencilla y delicada, pero siempre bajo la sombra del enfrentamiento entre individualismo y deber común. ¿Qué ocurre cuando te dejas llevar por las circunstancias, cuando te excusas en los demás pero la única realidad es que tú mismo no intentas cambiar las cosas? Es el peligro de depositar tu libertad en factores externos (nuevo país, nuevo trabajo, nuevo amor): las cosas cambian, vienen y se van. Y sólo quedas tú como responsable, víctima y verdugo.

El relato comienza con el personaje principal volviendo a Japón, y toda la historia es recordada por él, para explicarse el estado de ánimo en que se encuentra, reflexionando sobre la vida.
Habla de la fugacidad, de la pérdida de la inocencia (o la capacidad de asombro), de la inconstancia y de la crueldad de la vida. Es decir, se estructura a modo de fashback cinematográfico, pero contándonos la historia desde el principio al final, de manera lineal.

Sólo dos personajes principales, el estudiante japonés Toyotaro y la bailarina Elise, que representan el descubrimiento y contacto oriente-occidente. La fascinación por lo desconocido y finalmente, la traición y el abandono (Japón a Alemania en los años previos a la Primera Guerra Mundial).

La bailarina, novela breve que compuso en 1890, retrata de forma autobiográfica aunque adoptando el nombre de Toyotaro, un idilio en primera persona (algo absolutamente rompedor en la literatura japonesa) en el que, como autor-protagonista, nos relata su experiencia y su romance con una joven bailarina de nombre Elise en el Berlín prusiano.
Narra a través de un tono romántico y trágico (muy influido por Goethe y Schiller, a los que también traduce), aislacionista e introspectivo, una historia de amor frágil y trágica, nacarada y exquisita, aunque ultrajada. 
Usa un lenguaje muy cercano al hablado, que resulta familiar al lector occidental por su regusto a historia romántica del siglo XIX

Es la respuesta oriental especular más homóloga a Madame Butterfly de Puccinni, y a ese universo embriagador por el que es ahora un japonés el que queda sobrecogido bajo el hechizo de la belleza de una rubia y joven alemana. Y a través del cual accedemos a un relato que mezcla la sencillez y el calado proverbial, la contención emocional tan típicamente oriental, el frenesí del ámbito de la ciudad y la refrescante, turbadora y violenta compilación de estímulos emocionales y sentimentales propios de los contextos europeos de esos años bajo la mirada cautelar, precavida y herida, de Ōgai Mori.

Podemos ver en ella los peligros de la incipiente apertura cultural japonesa ante la seducción de la occidental.
En todo el relato se observa la dualidad que el protagonista –y probablemente el autor- sienten cuando su cultura, su modo de vida, se ve enfrentado a nuevas costumbres, nuevos modos de comportarse. La rigidez, el estoicismo y el espíritu de sacrificio que siempre asociamos al carácter japonés, se ven amenazados por un modo de vida más relajado, donde la moral es más laxa, y el ocio, las pasiones y la diversión pueden más que las obligaciones, el trabajo y el estudio. Mori consigue sintetizar con efectividad el dilema moral al que se ve abocado el protagonista. Su cambio de vida le provoca remordimientos, ve cómo ha perdido en poco tiempo el honor, que tan importante es dentro de sus esquemas morales y sociales. Y finalmente deberá tomar una decisión y optar por uno de los dos modos de vida que ha conocido.


Fruto del impacto vivido por el escritor durante su estancia en Alemania, como el protagonista de La bailarina, y del proceso de modernización y reformas acometidas por el emperador Meiji a finales del signo XIX y principios del XX para sacar a Japón del aislamiento al que se había sometido durante siglos. En este sentido, La bailarina plantea en última instancia la necesidad de elegir entre el presente o el futuro, una disyuntiva que Japón también experimentó durante las reformas de la era Meiji.