Viernes 28 marzo 2014
El hombre sentimental
Javier Marías
El Club de Lectura "La Torre" volvió a reunirse en la Biblioteca Gregorio Mayans de Valencia para compartir la lectura de El hombre sentimental, dentro del Programa "Libros con música".
Novela
corta escrita en 1986, durante una estadía en Venecia. Según nos cuenta el
propio autor Javier Marías en su prólogo, la idea surgió durante un viaje en tren y por una
ilustración de una edición de “Cumbres Borrascosas” de Emily Brönte.
La
historia, como tal, es breve y común, no así su exposición.
El
narrador, un cantante de ópera, se enamora de Natalia Manur, esposa del
banquero Hieronimo Manur quien tiene un empleado de nombre Dato a disposición y
servicio de su mujer mientras él se encuentra dedicado a sus negocios. Natalia
también se enamora del cantante y abandona al banquero quien poco después se
suicida. Luego de cuatro años de relación y viajes por el mundo, Natalia abandona
al cantante el mismo día en que éste sueña su historia y se dispone a
describirla.
Es
una reflexión sobre el amor. La naturaleza misma del amor, como sentimiento y
estado del alma. A través de la imaginación del mismo (su anuncio/deseo) y de su
recuerdo (relato del sueño), se pregunta el autor ¿qué es el amor? Si es algo ficticio además de lo que procura
la realidad...Si tiene siempre una proyección imaginaria...el reino de lo que
pudo ser.
Además
del tema del amor, y muy unido al mismo, está el tema del tiempo (tempo), fundamental en la música, y su
discurrir a distintos niveles simultáneos (sueño, realidad y ficción/presente,
pasado, futuro).
"y anoche soñé lo que me sucedió hace
cuatro años en la realidad, si es que este término sirve de algo o puede
contraponerse a nada. Claro que ha habido diferencias, pues aunque los hechos y
mi visión de la historia se correspondan, soñé lo ocurrido en otro orden, con
otro tempo y con otros cortes o divisiones del tiempo, concentradamente,
selectivamente, y -esto es lo decisivo y lo incongruente- sabiendo ya lo que
había pasado, conociendo, por ejemplo, el nombre, el carácter y la actuación de
Dato antes de que en mi sueño tuviera lugar nuestro primer encuentro. Lo
extraño es que en mi sueño hubiera sucesión cuando en mi cabeza ya había
síntesis".
También nos habla de la soledad y la fatalidad de la vida y el sentimiento de pérdida.
La
narración de un sueño o cómo nace una ficción.
La realidad del narrador está
constituida por dos ficciones: la del sueño y la de escribir.
Así
tenemos tres niveles temporales: el presente (la narración del sueño), el sueño
mismo y el pasado (la historia de amor vivida hace cuatro años y soñada en el
presente). Son tres niveles temporales que se confunden y conviven.
Aún
así, a pesar de no seguir un discurso estrictamente lineal, pues se confunde
continuamente lo soñado, el presente, el pasado y el futuro a través de la
narración de unos sentimientos y recuerdos de un cantante de ópera, la historia
comienza con una descripción bastante exhaustiva de los personajes principales
a través de las impresiones del narrador que los observa detenidamente sin
saber que terminará conociéndolos de manera muy personal.
El
tenor, Hieronimo Manur y Natalia, más Dato (en oposición a
Otello-Desdemona-Cassio-Iago).
La
diferencia entre los dos personajes masculinos nos da la definición del hombre
sentimental (H.Manur). Mientras el tenor vive y cumple su amor, y no se
conforma con su proyección imaginaria, el verdadero hombre sentimental, al
perder un amor incumplido se ve obligado a abandonar el verdadero reino del
amor, el de la posibilidad y la imaginación. Y es esa pérdida, sobre todo, la
que lleva a la desesperación y al suicidio (Javier Marías en su Prólogo).
El
personaje femenino, Natalia Manur o Natalia Monte, es mostrada en la novela
sólo de manera difusa, como a través de un velo. Es ese sentimiento imaginado
del amor, que se anuncia y recuerda, pero permanece velado para que sea mayor
el deseo de poseerlo. El marido lo ha comprado como promesa, pero le es
arrebatado por una pasión real y el derecho a ejercer su libertad.
Narración
psicológica en primera persona, con pocos personajes, a través de los recuerdos
y de los sueños. Con continuas comparaciones entre lo real y lo soñado, y
descripción precisa de los pormenores.
“... mis sueños... Son historiados y a la
vez precisos.. de gran colorido.”
Los protagonistas de sus novelas escritas
desde 1986 son intérpretes o traductores, “personas que han renunciado a sus
propias voces”, en palabras de Marías.
Poniendo en
el mismo nivel el recuerdo intencional y el recuerdo involuntario, el narrador narra a la manera de los mitos,
confunde la doble naturaleza de su autobiografía, destruye la estrategia lineal
de su discurso. La comparación conlleva entonces vacilaciones, dudas y titubeos
entre la anomalía de la conexión onírica y la norma de la reflexión retórica.
Afirma, por ejemplo, el cantante en un momento dado: "ahora no sé hasta
qué punto estoy contando lo que ocurrió y en qué medida mi sueño de lo
ocurrido, pese a que ambas cosas me parezcan la misma".(Elide Pitarello)
Conclusiones
y opinión personal
Es una historia de amor en que el amor no se ve ni se vive, se recuerda y se anuncia.
Es una historia de amor en que el amor no se ve ni se vive, se recuerda y se anuncia.
Si en el
Otello de Verdi, el marido llevado por los celos mata al amante, en EHS le
lleva al suicidio ante la imposibilidad de conseguir su proyecto, el amor de la
esclava comprada.
“El contemplativo León de Nápoles es sin
duda un hombre fantasioso y sentimental, pero lo es también su rival, el activo
banquero Manur. Ambos quieren a Natalia, ambos pasan mucho tiempo imaginándola:
pero mientras para el poderoso acostumbrado a obrar en el mundo el deseo
incumplido necesita la convivencia con la amada, para el artista acostumbrado a
actuar en el escenario la nostalgia del amor vivido surge sólo a partir de la
pérdida. Por eso, al ser abandonados por la misma mujer, el que no tiene
proyectos se mata, mientras el que tiene recuerdos hace literatura.
Vive entonces más quien más imagina, quien oculta su ser bajo más de un disfraz, quien se desprende de sí mismo hasta confundir lo propio con lo ajeno. Así procede Javier Marías en sus últimas novelas, que empieza a diseminar de huellas personales para subrayar aún más el desafío inalcanzable de la ficción. Abre su taller creativo, nos hace saber cómo encuentra una historia, cómo la inventa.” (E. Pittarello)
Vive entonces más quien más imagina, quien oculta su ser bajo más de un disfraz, quien se desprende de sí mismo hasta confundir lo propio con lo ajeno. Así procede Javier Marías en sus últimas novelas, que empieza a diseminar de huellas personales para subrayar aún más el desafío inalcanzable de la ficción. Abre su taller creativo, nos hace saber cómo encuentra una historia, cómo la inventa.” (E. Pittarello)
El autor
parece decirnos que el amor es un sentimiento imposible de comprar, pero
demasiado fácil de perder. El amor no resiste la rutina, el desencanto y el
desgaste de la conviviencia. Necesita la alimentación de la imaginación y del
recuerdo, del anuncio y de la voluntad.
La historia
que nos está siendo narrada formaría parte de la vida de un personaje que toma
la palabra “frente a un destinatario
virtual y colectivo para contarle y contarse lo que sucedió en los últimos
cuatro años” (Elide Pitarello).
El origen de
la idea de la novela está asociado a una ilustración de una novela romántica
inglesa, un clásico de la literatura que nos lleva al amor entre dos hermanos y
a una historia de sentimientos apasionados; también al tren y su simbología del
discurrir del tiempo, con el ritmo lento, asociado a los sueños. Natalia Manur
se nos presenta dormida, descuidada, con el rostro medio cubierto por el pelo
(enigmática). Del Señor Dato, las manos. Esas pequeñas manos (afeminadas?), y
del Señor Manur sus ojos color coñac.
“Cantar es entonces como contar, actuar
dentro y fuera del teatro, ensayar infinitos tipos de impostura: el amor para
Natalia, la amistad con Dato, el odio contra Manur, la envidia por el Heldentenor Horbiger, la deslealtad
hacia Berta o el duelo por su muerte accidental, está también relatada a partir
de la carta que le había mandado el viudo. Otra escritura sobre escritura, otra
imagen de una imagen, uno de los muchos éxtasis figurativos que se tienden
sobre la irrealidad.” (Elide Pittarello)