Viernes, 30 de Enero de 2015
Empezamos el año con la última lectura del Programa "Libros con música", que nos ocupó todo el año 2014.
La Bailarina del japonés Ogai Mori (1862-1922), seudónimo de Rintaro Mori. Médico
militar, traductor, crítico literario y novelista japonés del periodo Meiji
(1868-1912).
Está considerado uno de los principales autores de
dicha etapa, junto a figuras como Natsume Soseki (Kokoro).
Es
la primera novela del autor japonés, que escribió en 1890 a su regreso de
Alemania.
Toyotaro Ota,
un joven japonés que destaca en los estudios, es invitado a pasar un tiempo en
Alemania donde podrá estudiar y avanzar en su carrera política. Sin embargo,
una vez en Berlín, conocerá a Elise, una hermosa
bailarina alemana que lleva una vida durísima y con la que, en una mezcla de amor
y compasión, comenzará una relación no demasiado bien vista por sus superiores
y compatriotas.
Alegoría
sobre el amor y la renuncia, el abandono y la culpa. La bailarina
es la historia de una traición. Una
traición a la persona amada pero, sobre todo, una traición a uno mismo.
Es
una novela corta cuya historia gira
en torno al deber y al honor en detrimento del amor y la pasión.
Por
otro lado, la tradicional dicotomía razón-pasión se expresa
de una manera sencilla y delicada, pero siempre bajo la sombra del enfrentamiento
entre individualismo y deber común. ¿Qué
ocurre cuando te dejas llevar por las circunstancias, cuando te excusas en los
demás pero la única realidad es que tú mismo no intentas cambiar las cosas? Es
el peligro de depositar tu libertad en factores externos (nuevo país, nuevo
trabajo, nuevo amor): las cosas cambian, vienen y se van. Y sólo quedas tú como
responsable, víctima y verdugo.
El
relato comienza con el personaje principal volviendo a Japón, y toda la
historia es recordada por él, para explicarse el estado de ánimo en que se
encuentra, reflexionando sobre la vida.
Habla
de la fugacidad, de la pérdida de la inocencia (o la capacidad de asombro), de
la inconstancia y de la crueldad de la vida. Es
decir, se estructura a modo de fashback cinematográfico, pero contándonos la
historia desde el principio al final, de manera lineal.
Sólo
dos personajes principales, el estudiante japonés Toyotaro y la bailarina
Elise, que representan el descubrimiento y contacto oriente-occidente. La
fascinación por lo desconocido y finalmente, la traición y el abandono (Japón a
Alemania en los años previos a la Primera Guerra Mundial).
La
bailarina, novela breve que compuso en 1890, retrata de forma autobiográfica
aunque adoptando el nombre de Toyotaro,
un idilio en primera persona (algo absolutamente rompedor en la literatura
japonesa) en el que, como autor-protagonista, nos relata su experiencia y su
romance con una joven bailarina de nombre Elise
en el Berlín prusiano.
Narra
a través de un tono romántico y trágico (muy influido por Goethe y Schiller, a
los que también traduce), aislacionista e introspectivo, una historia de amor
frágil y trágica, nacarada y exquisita, aunque ultrajada.
Usa
un lenguaje muy cercano al hablado, que resulta familiar al lector occidental
por su regusto a historia romántica del siglo XIX
Es
la respuesta oriental especular más homóloga a Madame Butterfly de Puccinni, y
a ese universo embriagador por el que es ahora un japonés el que queda
sobrecogido bajo el hechizo de la belleza de una rubia y joven alemana. Y a
través del cual accedemos a un relato que mezcla la sencillez y el calado
proverbial, la contención emocional tan típicamente oriental, el frenesí del ámbito
de la ciudad y la refrescante, turbadora y violenta compilación de estímulos
emocionales y sentimentales propios de los contextos europeos de esos años bajo
la mirada cautelar, precavida y herida, de Ōgai Mori.
Podemos ver en
ella los peligros de la incipiente apertura cultural japonesa ante la seducción
de la occidental.
En todo el
relato se observa la dualidad que el protagonista –y probablemente el autor-
sienten cuando su cultura, su modo de vida, se ve enfrentado a nuevas
costumbres, nuevos modos de comportarse. La rigidez, el estoicismo y el
espíritu de sacrificio que siempre asociamos al carácter japonés, se ven
amenazados por un modo de vida más relajado, donde la moral es más laxa, y el
ocio, las pasiones y la diversión pueden más que las obligaciones, el trabajo y
el estudio. Mori consigue sintetizar con efectividad el dilema moral al que se
ve abocado el protagonista. Su cambio de vida le provoca remordimientos, ve
cómo ha perdido en poco tiempo el honor, que tan importante es dentro de sus esquemas
morales y sociales. Y finalmente deberá tomar una decisión y optar por uno de
los dos modos de vida que ha conocido.
Fruto del
impacto vivido por el escritor durante su estancia en Alemania, como el
protagonista de La
bailarina, y del proceso de modernización y reformas acometidas por
el emperador Meiji a finales del signo XIX y principios del XX para sacar a
Japón del aislamiento al que se había sometido durante siglos. En este sentido,
La
bailarina plantea en última instancia la necesidad
de elegir entre el presente o el futuro, una disyuntiva que
Japón también experimentó durante las reformas de la era Meiji.